¡VACACIONES! LO QUE DICE LA CIENCIA

Ya llegó el verano y, con él, las ansiadas vacaciones: viajes, playita, reuniones con amigos, familiares, paseos, largas siestas… ¡Sin duda suena estupendo!

¿Se trata de un privilegio o de una necesidad?

Nuestro día a día suele estar cargado de exigencias y responsabilidades que requieren de nuestro esfuerzo para poder responder a ellas de manera eficiente. Además, si nos comparamos con nuestros predecesores, hoy en día estamos más conectados con la información, con el mundo y con las personas, gracias principalmente a los avances tecnológicos y económicos. Así pues, podemos adquirir información sobre cualquier cosa de manera fácil y rápida, podemos comunicarnos con más frecuencia y con más gente, podemos viajar más y más lejos de forma sencilla y llevar a cabo un mayor número de actividades en nuestro día a día. Esto, si bien nos abre un abanico de posibilidades que puede resultar muy satisfactorio, también hace que nuestro ritmo de vida sea cada vez más acelerado, produciéndonos más estrés. Hoy en día no resulta extraño vivir en una ciudad y trabajar a 300km de la misma, que nuestro trabajo implique un viaje internacional de ida y vuelta en un solo día, que nuestro teléfono suene más de 10 veces al día o que hagamos más tareas en simultáneo que de forma individual. ¡A nuestros abuelos debe parecerles fascinante!

Como explicaba en el artículo PONGAMOS FRENO A NUESTRO PILOTO AUTOMÁTICO, nuestros recursos cognitivos no son ilimitados y nuestro cerebro, aparte de servirse de ciertas estrategias que le permitan ahorrar energía, debe disponer del tiempo suficiente para poder recuperarse de los esfuerzos realizados. En otras palabras, nuestro cerebro necesita descansar.

En la actualidad es frecuente que nos sobrecarguemos con tareas y responsabilidades, tanto en el trabajo como fuera de él, y que llevemos a cabo varias tareas al mismo tiempo. Cuando sentimos que este conjunto de tareas o circunstancias sobrepasan nuestras capacidades para hacerles frente, es cuando nos sentimos estresados y, si no somos capaces de regular nuestro nivel de activación, podríamos sufrir estados de agotamiento a largo plazo. Esto se conoce como síndrome de agotamiento emocional y puede darse tanto en el ámbito personal, como laboral (burnout).

Profundizando en el agotamiento laboral, la teoría del esfuerzo-recuperación de Meijman y Mulder (1998) sostiene que cuando los empleados están expuestos de manera regular a situaciones exigentes y estresantes en el trabajo, su activación fisiológica no cesa y se ven obligados a hacer sobresfuerzos para poder responder a las demandas laborales. Esta teoría remarca que, si el estrés y el sobreesfuerzo se mantienen de forma prolongada o son frecuentes y la recuperación entre períodos de trabajo es incompleta, el organismo de los empleados presentará un alto nivel de fatiga y su salud y bienestar se verán afectados, pudiendo desarrollar problemas crónicos de salud a largo plazo. En definitiva, la exposición a estresores en el trabajo tiene efectos nocivos en nuestra salud y bienestar (Akerstedt, 2006; Vrijkotte, Van Doornen & De Geus, 2000) y recuperarse del estrés diario, así como de los esfuerzos que realizamos, resulta primordial para poder preservar nuestra salud física y mental.

Las vacaciones, además de ser un derecho, son una necesidad biológica y psicológica fundamental para mantener nuestro equilibrio físico y mental.

La ciencia ha demostrado que nuestra salud y bienestar mejoran durante las vacaciones, incluso cuando estas son de corta duración (Bloom et al., 2012). Según lo indican los investigadores, disponer de vacaciones con regularidad es primordial, pudiendo incluso resultar más importante para la preservación de nuestra salud y bienestar que la duración de las mismas (Bloom et al., 2013; Bloom et al., 2012; Bloom, 2012). No obstante, un estudio realizado por Bloom y sus colaboradores (2013) ha puesto en evidencia que, si bien nuestra salud y bienestar mejoran rápidamente durante las vacaciones, este efecto es más notorio entre los días 4 y 8, alcanzando su punto álgido en el octavo día de vacaciones. Y es que relajarse después de un periodo estresante de trabajo y aclimatarse a las vacaciones toma algo de tiempo (Bloom, 2012; Nawijn, 2010; Van Heck & Vingerhoets, 2007).

¡Ojo al dato! Cuanto más nos desvinculemos del trabajo y mayor sea nuestra relajación, más beneficios obtendremos a nivel de salud y bienestar. Está demostrado que son precisamente las personas que realizan alguna tarea vinculada al trabajo durante sus vacaciones las que menos beneficios obtienen de las mismas (Bloom, 2012; Bloom et al., 2012).

Así que ya lo sabes, vacaciones son vacaciones y siempre te van a beneficiar, pero si tienes la oportunidad de cogerlas con frecuencia y de 4 a 8 días, según la ciencia es lo ideal.

Como dijo John Steinbeck, el arte del descanso es una parte del arte de trabajar, así que, si quieres trabajar con arte, no te olvides de descansar.

¡Felices vacaciones!

*Si te ha gustado este artículo, aquí tienes otro relacionado: LA VUELTA AL TRABAJO DESPUÉS DE LAS VACACIONES: ¿CÓMO NOS AFECTA?

 

Ana Isabel García-Izquierdo Peribáñez

Psicóloga y psicoterapeuta

Graduada en psicología, especializada en psicología clínica y psicopatología integrativa por la Universidad Paris Descartes (formación académica, profesional y de investigación), psicoterapeuta con un enfoque integrativo certificada por la ARS de Île de France y Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia.

Akerstedt, T. (2006). Psychosocial stress and impaired sleep. Scandinavian journal of work. Environment and health, 32, 493-501

De Bloom, J., Geurts, S.A.E. & Kompier, M.A.J. (2013). Vacation (after-) effects on employee health and well-being, and the role of vacation activities, experiences and sleep. J Happiness Studies, 14, 613-633

De Bloom, J., Geurts, S.A.E. & Kompier, M.A.J. (2012). Effects of short vacations, vacation activities and experiences on employee’ health and well-being. Stress and health: journal of the International Society for the Investigation of Stress, 28, 4, 305-318 

De Bloom, J. (2012). How do vacations affect workers’ health and well-being? Vacations (after-) effects and the role of vacation activities and experiences. In S.Filep & P.Pearce (Eds). Tourist experience and fulfilment : insights from positive psychology. Oxford : Routledge.

Meijman, T.F., & Mulder, G. (1998). Psychological aspects of workload. In P.J.D. Drenth, H. Thierry, C. J. De Wolff (Eds).Handbook of work and organizational psychology (ed. 2). Work psychology. Hove : Psychology in press.

Nawijn, J. (2010). The holiday happiness curve: a preliminary investigation into mood during a holiday abroad. International journal of tourism research, 12, 281-290

Van Heck, G.L. & Vingerhoets, A.J.J.M. (2007). Leisure sickness: a biopsychological perspective. Psychological topics, 2, 187-200

Vrijkotte, T.G.M., Van Doornen, L.J.P., De Geus, E.J.C. (2000). Effects of work stress on ambulatory blood pressure, heart rate and heart rate variability. Hypertension, 35, 880-886

 

Ana Isabel García-Izquierdo Peribáñez

Psicóloga y psicoterapeuta

Graduada en psicología, especializada en psicología clínica y psicopatología integrativa por la Universidad Paris Descartes (formación académica, profesional y de investigación), psicoterapeuta con un enfoque integrativo certificada por la ARS de Île de France y Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia.

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