
Ira, tristeza, miedo, frustración… ¿Te resultan familiares? Todos experimentamos emociones difíciles, son una parte inevitable de la experiencia humana. A veces surgen por situaciones personales, otras veces son un eco de tensiones o dificultades colectivas que nos rodean.
El problema no son las emociones en sí, sino lo que hacemos con ellas. Ignorarlas o reprimirlas nos acabará pasando factura, pero dejarnos arrastrar por ellas tampoco es una solución. Entonces, ¿existe un camino intermedio? Sí, se llama regulación emocional.
¿Qué es (y qué no es) la Regulación emocional?
Regular nuestras emociones no significa hacerlas desaparecer para no sentirlas, ni tampoco convertirlas en «positivas» a la fuerza, eso sería contraproducente. James Gross, uno de los investigadores más influyentes en este campo, define la regulación emocional como los procesos mediante los cuales influimos en las emociones que tenemos, cuándo las tenemos y cómo las experimentamos y expresamos (Gross, 1998). Implica ser consciente de lo que sientes, comprender por qué lo sientes y decidir cómo quieres actuar al respecto, en lugar de reaccionar impulsivamente. Es una habilidad fundamental para nuestro bienestar físico y mental.
¿Por qué es tan importante la regulación emocional?
Una buena regulación emocional se asocia con numerosos beneficios psicológicos y sociales. Nos ayuda a:
- Reducir la intensidad y duración de las emociones desagradables cuando no están siendo funcionales.
- Tomar decisiones más conscientes y menos impulsivas.
- Mejorar nuestras relaciones interpersonales.
- Afrontar mejor el estrés y la adversidad, fomentando la resiliencia.
- Prevenir problemas de salud mental como la ansiedad o la depresión (Gross & Jazaieri, 2014).
Estrategias prácticas para regular tus emociones difíciles
Aprender a regular las emociones es un proceso. Aquí tienes algunas técnicas basadas en modelos terapéuticos como la Terapia Dialéctica Conductual (TDC) de Marsha Linehan (Linehan, 1993) o el modelo de proceso de Gross:
- Identifica y nombra la emoción: Ponerle nombre a lo que sientes («Estoy sintiendo frustración», «Noto ansiedad», «Me siento triste») activa áreas prefrontales del cerebro asociadas con el control y ayuda a disminuir la activación de la amígdala (Lieberman et al., 2007). Además, ser consciente de lo que sientes hace que sea posible trabajar sobre ello y gestionarlo de manera saludable.
- Valida tu emoción: Permítete sentir lo que sientes, sin juzgarte. Ignorar o reprimir tus emociones puede intensificarlas o hacer que se expresen de forma poco saludable.
- Reevaluación cognitiva: Consiste en reevaluar la forma en que inicialmente interpretaste una situación que desencadenó una emoción negativa, para modificar su impacto emocional. En lugar de quedarnos con la primera interpretación (muchas veces automática, negativa e irracional), la reevaluación cognitiva nos invita a buscar una perspectiva más útil, realista o constructiva. Pregúntate: ¿Hay otra forma de ver esto?, ¿estoy exagerando algún aspecto?, ¿en qué me baso para pensar que esto es así? ¿qué puedo aprender de esta situación?.
- Aceptación (Mindfulness): Observa la emoción sin intentar cambiarla ni juzgarla, como se practica en Mindfulness (Kabat-Zinn, 1994). Nota dónde la sientes en el cuerpo, cómo viene y va. A menudo, al dejar de luchar contra ella, la emoción pierde intensidad por sí sola.
- Expresión saludable: Encuentra formas constructivas de canalizar la emoción. La expresión emocional es importante para el bienestar. Puede ser hablando con alguien de confianza, escribiendo, haciendo ejercicio físico, a través de la expresión artística, etc.
- Autocompasión: Trátate con la misma amabilidad y comprensión que tratarías a un buen amigo. La investigación de Kristin Neff (Neff, 2003) muestra que la autocompasión está ligada a un mayor bienestar emocional y a una mejor capacidad para afrontar dificultades. Ser compasivo contigo mismo es una forma de nutrir tu autoestima.
- Técnicas de Relajación: La respiración profunda, la relajación muscular progresiva (Jacobson, 1938) o una breve meditación pueden ayudarte a calmar la respuesta fisiológica del sistema nervioso asociada a emociones negativas intensas.
El poder de la regulación emocional
Las emociones difíciles son mensajeras, nos aportan información útil. Aprender a escucharlas y gestionarlas de forma saludable es una de las claves para construir una vida más equilibrada y resiliente.
Si sientes que tus emociones te desbordan con frecuencia y te cuesta manejarlas, no dudes en buscar apoyo. La terapia puede ofrecerte herramientas personalizadas y un espacio seguro para explorar y aprender a navegar tu mundo emocional.
Ana Isabel García-Izquierdo Peribáñez
Psicóloga y psicoterapeuta
Graduada en psicología, especializada en psicología clínica y psicopatología integrativa por la Universidad Paris Descartes (formación académica, profesional y de investigación), psicoterapeuta con un enfoque integrativo certificada por la ARS de Île de France y Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia.
Gross, J. J. (1998). The emerging field of emotion regulation: An integrative review. Review of General Psychology, 2(3), 271–299.
Gross, J. J., & Jazaieri, H. (2014). Emotion, emotion regulation, and psychopathology: An affective science perspective. Clinical Psychological Science, 2(4), 387–401.
Jacobson, E. (1938). Progressive relaxation. University of Chicago Press.
Kabat-Zinn, J. (1994). Wherever you go, there you are: Mindfulness meditation in everyday life. Hyperion.
Lieberman, M. D., Eisenberger, N. I., Crockett, M. J., Tom, S. M., Pfeifer, J. H., & Way, B. M. (2007). Putting feelings into words: affect labeling disrupts amygdala activity in response to affective stimuli. Psychological Science, 18(5), 421–428.
Linehan, M. M. (1993). Cognitive-behavioral treatment of borderline personality disorder. Guilford Press.
Neff, K. D. (2003). Self-compassion: An alternative conceptualization of a healthy attitude toward oneself. Self and Identity, 2(2), 85–101.
Pennebaker, J. W. (1997). Writing about emotional experiences as a therapeutic process. Psychological Science, 8(3), 162–166.
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